sábado, 1 de octubre de 2011

Ya Saben

jueves, 14 de julio de 2011



miércoles, 1 de junio de 2011

María Teresa del Toro y Alayza



                          
María-Teresa Josefa Antonia Joaquina Rodríguez del Toro y Alayza, Nació el 15 de Octubre de octubre de 1781 en Madrid. 


María Teresa fue la única hija mujer de Bernardo Rodríguez del Toro y Ascanio natural de Caracas, Venezuela, y Benita de Alayza y Medrano, oriunda de Valladolid.


María Teresa era una mujer bien educada y culta de su época, de ojos color café, piel pálida, de naturaleza tímida y carácter amable. Conoció a Simón Bolívar en Madrid, en 1800.


Bolívar de 19 años y María Teresa de 21, contraen matrimonio el 26 de mayo de 1802, día miércoles, en el Teatrillo del Palacio del Duque de Frías, donde funcionaba la primitiva Iglesia Parroquial de San José, en Madrid.  


El 15 de junio de 1802 parten hacia Caracas, desembarcando el 12 de julio en La Guaira. Al llegar se dirigen a la Esquina de Gradillas, donde pasan dos días agasajados por numerosa parentela. Al tercer día inician la última etapa hacia Caracas por el camino real. Recorren las extensas tierras de Bolívar, de Yare a los Valles del Tuy. 


Después de una corta estadía, se trasladaron a la "Casa Grande" del ingenio Bolívar en San Mateo. María Teresa enfermó poco después de "fiebres malignas", hoy día identificadas indistintamente como fiebre amarilla o paludismo, el matrimonio regresó a Caracas a su Casa del Vínculo, donde ella murió.



El 22 de enero de 1803 María Teresa del Toro y Alayza muere en Caracas. El matrimonio había durado escasamente ocho meses. El joven Bolívar se dedicó a viajar, transido de dolor, para mitigar la pena que le causó el fallecimiento de su esposa.
Es en este estado de ánimo cuando jura que no volverá a casarse jamás. Y esto, a pesar de sus muchos amores y amoríos, lo cumplió fielmente, como otros de sus juramentos.
En 1828, analizando la influencia que la muerte de su esposa había tenido en él, Bolívar confiesa: «Si no hubiera enviudado, quizás mi vida hubiera sido otra; no sería el General Bolívar ni el Libertador, aunque convengo en que mi genio no era para ser Alcalde de San Mateo».